La falta de regulación propicia el accionar de clínicas para tratamientos dudosos con células madre en el mundo.
Por Daniela López| Animal Político | 18 de septiembre, 2021. El funcionamiento de clínicas privadas que realizan tratamientos regenerativos con células madre para enfermedades incurables se está expandiendo por el mundo, aprovechando los vacíos legales y la falta de regulación sobre esta novedosa terapia, lo que está perjudicando a los pacientes y poniendo en riesgo el futuro de esta investigación científica.
Las células madre constituyen la materia prima del organismo, de las cuales se generan todas las demás células como las sanguíneas, cerebrales u óseas. Son las únicas que tienen la capacidad natural de generar nuevos tipos de célula por lo que bajo condiciones adecuadas de laboratorio pueden cultivarse y dar lugar a células específicas que reemplacen tejidos dañados o lesionados.
Aunque la investigación científica aún está en sus inicios, se presume que las células madre pueden ayudar a pacientes que padecen enfermedades como cáncer, trastornos hepáticos, ciertas enfermedades neurológicas y del sistema inmunológico.
Una revisión de la literatura científica sobre esta materia, publicada en la revista International Health, encontró que hasta 2020, 21 países de los 5 continentes ofrecían y comercializaban terapias de forma virtual a través de más de 400 sitios que anuncian diferentes tipos de tratamientos, conocido como “turismo de células madre”.
Por lo general, las clínicas carecen de información básica sobre el tratamiento y los riesgos asociados, lo que expone a los pacientes a recibir terapias no comprobadas además del riesgo de contraer enfermedades relacionadas con los viajes, alerta el estudio.
Los principales países líderes del turismo con células madre son Estados Unidos, China, India, Tailandia y México.
María de Jesús Medina Arellano, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien no participó de la revisión, dijo que estos países constituyen el hub de lo alternativo en tratamientos con células madre, en gestación subrogada y en experimentos no aprobados, que tiene que ver “con una regulación laxa y una carente supervisión de los tratamientos e intervenciones que ofrece la medicina privada”.
Medina Arellano, quien ha investigado el funcionamiento del turismo de células madre en México, precisó a SciDev.Net vía Zoom que el funcionamiento de estas clínicas pone en peligro la buena ciencia que se desarrolla en el país.
Según ella, el turismo médico en México se fomenta desde las instituciones de gobierno y es parte de su economía. Cree que la reforma de la Ley de salud en diciembre del 2014 “propicia la venta de terapias con células o intervenciones”.
La Ley mexicana, aunque prohibe el comercio de órganos, tejidos y células, añade que “no se considerará comercio la recuperación de los costos derivados de la obtención o extracción, análisis, conservación, preparación, distribución, transportación y suministro de órganos, tejidos y células, incluyendo la sangre y sus componentes”. Allí es donde Medina Arellano encuentra la trampa.
En primera persona
En México, un caso de turismo con células madre es el de Sven Eversberg, ciudadano alemán que en octubre de 2020 llegó a la ciudad de Puerto Vallarta en la costa pacífico, para realizarse una intervención ante una lesión en la medula espinal.
El contacto con la clínica lo mantuvo todo el tiempo a través de Whatsapp y llamadas telefónicas, cuenta. Y recuerda que al médico a cargo de su tratamiento lo conoció cuando arribó a la clínica.
Después de tres tratamientos, con dos semanas de descanso y la aplicación de 550 millones de células madre, Eversberg señala que no obtuvo ningún resultado. “Incluso tengo efectos adversos como infección urinaria, dolor de espalda y acné”, dijo a SciDev.Net. vía correo electrónico.
La inversión estimada de su tratamiento es de US$ 28.000, sin contar los costos de viaje. Hasta hoy no ha recibido ninguna respuesta efectiva por parte de la clínica que le permita comprender qué falló en su intervención.
“Con un niño de cuatro años y con mi discapacidad tengo suficiente estrés, así que lo dejo”, enfatizó.
Diversos autores citados en la revisión advierten que proteger a los pacientes de terapias costosas, no probadas, ineficaces y potencialmente dañinas requiere supervisión legal, ética y de salud pública y señalan que muchas clínicas de células madre “a menudo operan a través de lagunas regulatorias o en violación de los estándares regulatorios existentes”.
También abogan por la urgente creación de “un acuerdo universal entre organismos nacionales e internacionales” que regule la comercialización de prácticas y productos médicos relacionados con estos tratamientos.
Si bien la Sociedad Internacional para la Investigación de Células Madre (ISSCR por sus siglas en inglés) ha desarrollado pautas que buscan promover el rigor, la supervisión y la transparencia en todas las áreas de práctica, las desavenencias legales entre países y el hecho de que muchas clínicas estén en países de ingresos bajos y medios donde es fácil burlar la ley, dificulta su aplicación.
En su más reciente actualización de directrices, advierte que las prácticas no reguladas ni probadas “socavan la credibilidad y la validez de la investigación legítima con células madre y amenazan con comprometer el desarrollo futuro del campo”.
Para Gustavo Sevlever, director del Departamento de Docencia e Investigación del Instituto Neurológico FLENI en Argentina, el turismo médico de células madre es muy peligroso porque su objetivo son pacientes desesperados para los cuales la medicina convencional ya no tiene respuestas.
“Pone a los pacientes frente a decisiones muy humanas y profundas, y muy difíciles de acompañar porque el sistema médico no les da ninguna solución, esto también hay que entender. El paciente no es un delincuente, el paciente es una víctima de esto”, afirmó a SciDev.Net vía Zoom Sevlever, quien no participó en la revisión.
Para él, existe una responsabilidad compartida entre quienes desarrollan investigación y tecnología en el tema y los medios que dan a conocer las noticias. Recuerda que fue la mala comunicación de la ciencia la que proporcionó un panorama ideal para que algunas personas lucren y delincan con tratamientos de células madre.
“Reflexionar sobre lo que decimos los investigadores sobre nuestros hallazgos, sobre cómo difunden los medios estos hallazgos y qué sensación se genera en la sociedad, me parece que es algo importante que tenemos que hacer”, concluye.
> Enlace al estudio completo en International Health
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